martes, 27 de abril de 2010

Animales de segunda división




Tengo cuatro gatos, no es una situación que yo pidiese, y a veces me siento muy agobiada, porque son muchos gatos, porque yo no pedí verme rodeada de tanto felino, que supone comprar mucha arena, mucho pienso y mucho de todo. Los dos cachorrillos son eso, cachorros y son muy destrozones. A veces los miro con infinita pena porque a pesar de todo son cariñosos y adorables y pienso que ojala no hubiesen entrado en casa nunca. Esta es una situación que yo no pedí. Se suponía que los gatos estarían en casa solo por un tiempo, mientras crecían y luego se irían. Pero a día de hoy cada vez tengo mas dudas de que eso vaya a pasar y lo peor es no puedo buscarles otros dueños, primero porque en esta situación hay un grado de compromiso importante y segundo que ahora me parece una crueldad separar a los dos hermanos y además me preocupa no encontrarles un buen dueño.


Los gatos son animales de segunda categoría, la gente no castra a los suyos y extermina a las camadas a sangre fría, sin el menor reparo o los abandona con la premisa de “ellos saben cuidarse”. El otro día saque a los cachorros en su transportín y tuve que oír cosas como “Si nos los quieres ahógalos” o “Déjalos en ese descampado de ahí, veras que bien van a estar”. Estos cachorros debieron quedarse con su madre y lo que hubiese pasado habría sido ley de vida. Al recogerlos adquirimos un compromiso con ellos. Ahora no puedo abandonarlos, ni llevar a unos animales perfectamente sanos a que los sacrifiquen solo porque para mí sería lo más cómodo. Pienso en mis futuras vacaciones, pienso en mis padres que ya pusieron el grito en el cielo cuando aumentó la familia felina, pero sobre todo pienso en ellos, que no tienen la culpa de nada, que no son los que tienen que pagar el pato. Y pienso en todos esos gatos sin suerte, que caen en manos desaprensivos que los torturan, los abandonan o los maltratan simplemente porque “gatos hay muchos” y “se cuidan solos”.


No sé si estos pequeños acabaran viviendo en el campo con sus legítimos dueños, gordos y felices o si formaran parte de mi manada de fieras y tendré que acostumbrarme a los sacos de 5 kilos de pienso. Lo que si sé es que no acabarán en la calle. Es cierto que hay muchos gatos, pero estos en particular, son míos.