Existen las hadas, podéis arquear las cejas y soltar una risilla prepotente ante semejante afirmación, podéis negarlo y argumentar con aplastante lógica los motivos de esta negación. Esta la lógica, está la ciencia, está la realidad misma con toda su tiranía para demostrar lo contrario. Se puede hablar de que son mitos basados en el folclore, dar datos, explicar el origen y el motivo de estas creencias desfasadas. Puedes decir que los ordenadores y la tele las han matado, que al final la nada ganó la batalla y se tragó la Torre de Marfil enterita. Podéis decirme lo que queráis y hablar durante horas con la sincera certeza de un premio nobel en física. Al acabar la perorata, yo como la necia que soy desafiaré todo razonamiento e insistiré con el argumento más irrefutable y menos creíble de todos: Existen las hadas, las he visto, he vivido con ellas. Llegados a este punto exigiréis pruebas y como me parece una petición razonable os ofreceré datos, hoy día los datos mandan, la imagen manda. Si alguien ha podido estudiarlas, si alguien tiene imágenes, historias contrastables, fuentes bien documentadas cualquier cosa puede atravesar el velo de la imaginación y convertirse en algo tan real como un filete con patatas (me refiero a un filete con patatas que no te estés imaginando, claro está).
Existen las hadas, yo las he visto y antes que yo las vio Joan Gómez, este hombre quedó tan impresionado que las fotografió para un libro fantástico:
http://www.joangomez.com/fotoshadas.htm,
Allí descubrí que conocía a dos hadas, como quien dice de toda la vida y que no estaba loca, él también las había visto. No hay glamour lo bastante potente para ocultarlas.
El Gaitero y la Señorita Nebel existen; viven en una casa mágica llena de libros maravillosos y cosas extrañas, tienen más llaves que cerraduras (sospecho que porque conocen puertas secretas que nadie ha visto jamás) tienen un tigre que parece un gato. Una gata feroz que de hecho puede convertirse en muchos gatos, aunque esto no es tan extraordinario, cualquier felino un poco listo puede hacerlo. Es cierto que él toca la gaita y cocina maravillas, es cierto que ambos pueden esconder tinta bajo tu piel, sortilegios poderosos con efectos inesperados si eres capaz de pasar de pasar la prueba de sus agujas. Es cierto que ella tiene una mirada fascinante y que igual te hornea galletas que te cose una marioneta. Es cierto que viajan en el tiempo para ser anfitriones de extrañas fiestas. No me estoy inventando nada. Todo es verdad. Y si aun así insistís en no creerme será mejor que os enseñe unas fotos que no he hecho yo, sino Joan, que también pudo desenmascaras a estas hadas disfrazadas de gente muy poco corriente.
Son hadas y tengo la fortuna de conocerlas bien, de quererlas y de echarlos de menos. Se hacen llamar Mireia y Raúl (O Raúl y Mireia) ante los extraños pero vosotros sabéis igual que yo que tienen otros nombres.
Y ahora que los conocéis no podéis decir que estoy loca.