Tengo que confesaros una cosa: me plancho el flequillo, y no solo eso, sino que hasta que no se me queda como si fuera uno de los hermanos Ramone no me quedo tranquila. Uno puede pensar que plancharse el flequillo no entraña riesgo, sin embargo las fashion victims sabemos que es una operación altamente peligrosa que solo puede realizarse cuando controlas todos los factores de riesgo. Lo que no se puede hacer es decidir que vas a convertirte en la prima cutre de Amaral después de un viaje de cinco horas en coche que te ha dejado semicomatosa y te ha obligado a dormirte una siesta de la que aun no has acabado de despertarte, pese a que te has duchado, tendido una lavadora y bailado en honor de Cthulhu. No, si no estás en plena posesión de tus facultades mentales no puedes alisarte el pelo, porque entonces puede pasar que cuando aprietes las ardientes tenacillas de la plancha notes un dolor agudo en tu dedo anular derecho, al tiempo que un sospechoso olor a carne quemada invade el ambiente. Son momentos de esos que parecen en transcurrir a cámara lenta y mientras tu cerebro piensa “soy gilipollas”, tu boca solo suelta patéticos gemiditos al tiempo que sopla inútilmente sobre la zona afectada.
El resultado es que mi dedo anular, mi dedo justiciero, aquel con el que señalo implacable las injusticias del mundo tiene un color sospechoso. Mi dedito escritor lesionado ¿Será excusa bastante para darme de baja?. Está claro que la vanidad es un pecado y yo he tenido una mini ración de infierno…
3 comentarios:
Queremos sangre, sangre! La carne churruscada no nos sirve, a menos que sea de goblin.
Estoy lesionada, no puedo escribir...
Alegrate que sea un dedito, antes de tener unas tenazas de esas de planchar yo usaba la plancha de ropa, y encima me lo planchaba mi hermana! el dia en que al plancharme el flequillo mi hermana planto sin mucha delicadeza el metal ardiente sobre mi frente decidi ahorrar para una plancha decente (y plancharmelo sola).
Pase unas semanas muy malas con una quemadura negra en todo el centro. *sigh*
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